El humo te infla el pecho, sabés,
y así te mirás en el espejo;
entonces, creés que nada es imposible
y pensás en una sentencia
dylaniana que justifique
tus conductas.
Pero los dos, vos y yo,
sabemos,
o creemos saber,
qué pasa por tu cabeza:
vos sos el que sonríe, yo,
yo bajo la mirada y me lamento.
Ahí me escupís el humo a la cara
y yo maldigo;
maldigo mi paciencia y tu abuso
mi silencio y tus gritos.
Y a medida que maldigo tu abuso, tu abuso y tus gritos
se vuelvan míos
tan míos como el humo de mis pulmones
y el dolor de cabeza.
Lo único cierto es este dolor de cabeza
que la resaca pretende pornértelo a vos.
Cristian Walter
25 ago 2012
y así te mirás en el espejo;
entonces, creés que nada es imposible
y pensás en una sentencia
dylaniana que justifique
tus conductas.
Pero los dos, vos y yo,
sabemos,
o creemos saber,
qué pasa por tu cabeza:
vos sos el que sonríe, yo,
yo bajo la mirada y me lamento.
Ahí me escupís el humo a la cara
y yo maldigo;
maldigo mi paciencia y tu abuso
mi silencio y tus gritos.
Y a medida que maldigo tu abuso, tu abuso y tus gritos
se vuelvan míos
tan míos como el humo de mis pulmones
y el dolor de cabeza.
Lo único cierto es este dolor de cabeza
que la resaca pretende pornértelo a vos.
Cristian Walter
25 ago 2012
Comentarios
Publicar un comentario