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Mostrando entradas de julio, 2014

ELENA*

“y luego, como si le hubieran soltado los resortes de su pena,  se dio vuelta sobre sí misma una y otra vez, una y otra vez” (Juan Rulfo)   –porque ‘no’ y ¡listo! –dijo Elena.       Fue un ‘no’ rotundo y enfático, preciso y determinante; un ‘no’ tan amargo que las palabras que vinieran después estarían de más; sin embargo, el golpe seco del revés de la mano de Mario dejó en claro que ese ‘listo’ no había dado por terminada la conversación.   Ella se frotó el lado de la cara donde el ardor aún se mantenía firme y detuvo las lágrimas antes de que se hicieran evidentes. no voy a llorar , se dijo a sí misma.   Mario la miraba con la impunidad de los que saben que jamás recibirán respuesta. ‘a los perros los acostumbrás a los golpes –le había dicho su padre alguna vez–, se conforman con los huesos’, y él creció viendo a su madre acostumbrarse.      –¿ve lo que me hace hacer? –le dijo Mario con tono amenazante.    Elena no respondió; no dijo nada; no hizo gesto a