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"Sobre los trazos de tiza borroneados de una rayuela"*, escrito junto a Carolina Arias

Corría el año 2011 y nos propusimos, junto a Carolina Arias, desafiar nuestros fantasmas y escribir una novela. Luego de quitar hojas, frases, capítulos completos, nos quedó una novela corta, concisa e interesante.
Nos necesitábamos mutuamente para esa aventura, ya que ninguno lograba concluir las novelas que nos habíamos propuesto escribir: ella culpaba a su constante impaciencia; yo, a mi paciente inconstancia.
Sin embargo, alineados los planetas, listas las lapiceras y las hojas lisas, preparado el mate con su verdor envolvente, nos sentamos durante semanas enterar a escribir en una plaza de Palermo; de largo pasaron los egos y las actitudes de 'divismo', y quizá por ello que decidimos no revelar quién escribió cada capítulo, ya que nos amalgamamos desde el principio.

Acá les dejo sólo una pequeña parte de la 'novelita', espero sepan disfrutar de la locura. [Lo que está entre corchetes es el separador que llevaba cada capítulo, en este caso es un microcuento]


Capítulo 3, Parte II      

[Pararse al borde, mirar a los costados, arriba y abajo también, flexionar las piernas, extender los brazos, tomar impulso y arrojarse al vacío: es la mejor manera de aprender a volar]

   Una copa derramando cerveza; dos manos cruzadas; cinco dedos tamborileando sobre una mesa de madera; tres jóvenes hambrientos de besos; dos botellas vacías; un perro callejero lamiendo el hocico de una gata solitaria; una peatonal ávida de historias pasionales; dos miradas que se funden; una confesión escapándose; cinco palabras apareciendo y una duda reproduciéndose una y otra y otra vez...

...así como te lo cuento... no, no estoy exagerando: está loco. Y ¿qué querés que le dijera, nena? Me quedé sin palabras, no me salió nada... como lo oís, nada. Trastabilló un poco pero no contestó. Porque ella es así... yo hice lo que tenía que hacer; tampoco puedo tirarme de una a la pileta, hay que tantear el terreno, imaginate si... hay que jugársela, macho. Uno tiene que decir lo que siente, porque no sabés si hay más oportunidades. No siempre es bueno esperar; además... él me descolocó. Fue como si los últimos años se borraran. Estaba temblando... como si tuviera frío, y le ofrecí mi campera, pero viste cómo es ella: se hizo la superada... ¡nada que ver! Él siempre cree que tiene que arreglarlo todo. Yo puedo arreglármelas sola, son todos... ¿sabés qué pasa? Si las tratás mal, se enojan –con justa razón, obvio–, pero si las tratás bien –te ocupás de ellas, sos atento, considerado– tampoco les conforma. Siempre falta algo... es difícil entenderlo, porque nadie –pero nadie nadie– en su sano juicio dice eso a la tercera vez de verse fue muy... ¡no fue muy rápido, che! Nos conocemos desde el secundario. Ella sabe cómo soy; no me cabe la gente careta que se cuida de lo que dice por... y sí, ya sé que no es momento de tener temores, porque él es distinto; pero lo distinto también es raro, y no me vas a negar que la rareza, a veces, roza la... ¡mirá! A mí no me parece una locura: sólo dije lo que sentía, y me salió así...

   La noche que cae sobre unos hombros descubiertos; el viento que detiene su marcha; las mesas que se pueblan de besos y gritos y abrazos y copas y adioses; la música que se cuela en la penumbra; las estrellas fugaces que ralentizan su marcha; los suspiros que cortan el silencio; las carcajadas que menguan soledades y las mismas cinco palabras que se repiten a tres centímetros de una oreja, en forma de susurro.

...no dudé. Ni se lo esperaba ¿sabés? Encima redoblé la apuesta y me acerqué con silla y todo... se me puso a dos centímetros de distancia. No sabía si darle un beso o escucharlo. El muy turro lo dijo tan despacito que le pedí que lo repitiera y me puse colorada... quiso decir algo, pero no pudo: abrió la boca y al toque la cerró. Apuró el vaso y le dio un trago largo. Se notaba que... encima tenía la boca seca. Cuando  me dijo ‘eso’ y lo repitió, tragué saliva y tosí. ¿Él? Largó una carcajada... ¿y qué querés? No me aguanté: la vi vulnerable y me dio ternura. Sólo pude reír. Vos sabés cómo es ella y estar en esa posición la puso incómoda... contra las cuerdas. Me sentí arrinconada. Después pedimos la cuenta y nos fuimos caminando hasta mi casa. Me acompañó en silencio; pero no ese silencio incómodo, el de los que no tienen nada que decir, sino el otro, el silencio de los que se están midiendo...

   El paisaje muta lentamente al compás de dos corazones agitados; las bocinas de los autos enmudecen; los semáforos se estancan en el verde o en el hombrecito caminante; las sombras aguardan agazapadas detrás de los postes de luz; las estrellas titilan en lo alto y la Luna muestra su otra cara.

...y fuimos caminando hasta su casa, tomados de la mano pero en silencio. Era como si los dos estuviéramos hablando pero sin emitir palabras... al llegar a la esquina, prendió un pucho. ¿Viste que él fuma cuando se siente incómodo? Entonces aproveché y lo encaré: le pregunté por qué me... yo sé que pasaron diez años y que somos diferentes, pero con Ceci es más fácil decir lo que siento: y cuando siento cosas como ‘esas’, las digo de una, no me achico... me miró a los ojos y tuve el impulso de besarlo, pero no quise romper... cada vez que cruzábamos la mirada, me sentía intimidado; el encanto de la situación se podía romper con un beso o una despedida, y no creo que ninguno estuviera dispuesto a hacerlo... llegamos a casa... tiré el pucho... abrí la puerta... la miré seriamente... me abrazó... apretándole la cintura... nos dimos un beso de despedida... y... sin dudar... seguro de mí... se acercó a mi oreja... a escasos centímetros y... me dijo... repitiéndole una vez más... ‘estoy perdidamente enamorado de vos’... sonrió... y dije adiós...

   Un cigarrillo encendiéndose; dos gatos huyendo a sus guaridas; cinco pájaros probando sus alas; tres gigantescas nubes dando paso a los rayos del sol; un amanecer secando el rocío; una ciudad empezando su lento peregrinar dominical; dos almas sonriendo y varias certezas surgiendo una y otra y otra vez.

*Novela corta, publicada en 2011 por cantamañanas

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